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El monstruo de las toallitas sigue creciendo.

Nuestro departamento técnico nos informa de un incremento de atascos en la red de Saneamiento coincidiendo con el periodo de vigencia de la situación de alarma que estamos viviendo.

A pesar de las campañas de sensibilización que se han llevado a cabo por parte de Canaragua, Teidagua, Aguas de Telde y Aguas de Antigua en los últimos años, informando de las consecuencias graves para la red de estas malas prácticas de uso, el monstruo de las toallitas sigue creciendo.

El periódico El Día ha vuelto a recordarnos mediante una noticia la problemática, en este caso, en nuestra compañía participada Teidagua que gestiona el Ciclo Integral del Agua de los municipios de San Cristóbal de La Laguna y Tacoronte. En coordinación con el ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna y el periodista Domingo Ramos del periódico El Día aportamos datos concretos del alcance del problema para estos dos municipios el año pasado. Unas algunas cifras que nos deben invitar a la reflexión.

Sólo en los municipios gestionados por Teidagua, San Cristóbal de La Laguna y Tacoronte, nuestra compañía extrajo trece toneladas de toallitas de la red el pasado año. Y el problema se repite en todos los municipios que Canaragua directamente o a través de sus empresas mixtas participadas gestiona a lo largo y ancho del territorio canario. El problema de las toallitas es su composición que las vuelve indestructibles en su camino por el retrete, de ahí el símil con un “Monstruo” que utilizamos en nuestras campañas de comunicación para que sea más didáctico para los niños. Parte del problema es provocado por su etiquetado que puede dar lugar a confusión. Y el problema tiene una muy fácil solución que es depositarlas en la papelera y no en el retrete. Las más de treinta estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) que Canaragua y sus empresas participadas operan en Canarias dan prueba de esta situación, ya que a sus instalaciones llegan diariamente estos artículos y otros productos de higiene que suponen un serio problema operativo, económico y medioambiental.

 

NO ENGORDES EL PROBLEMA

 

Pero no es un sólo problema de Canarias. Es un problema mundial. Los residuos sólidos están atascando el alcantarillado de medio mundo y se están convirtiendo en un “monstruo” cada vez más grande. Las toallitas húmedas hoy son uno de los mayores quebraderos de cabeza para los operadores de las redes de alcantarillado de medio mundo.  Aunque en su etiquetado se califican como “biodegradables” y aptas para eliminarse por el retrete, las fibras plásticas de las que están compuestas las toallitas húmedas tardan más tiempo en descomponerse (un periodo que puede llevar meses) que en su viaje de las aguas residuales desde la vivienda hasta la EDAR (estimado entre 6 y 8 horas). El principal inconveniente es que estos productos causan problemas en las redes interiores de las viviendas, los colectores y redes de drenaje urbano porque se van pegando a las paredes y acaban acumulándose y generando obstrucciones. Si son capaces de no atascarse en las redes interiores de las viviendas o en la red de alcantarillado municipal y llegan a las depuradoras, éstas se enganchan en las rejas de las depuradoras y en las bombas provocando grandes problemas. Pueden provocar atascos en los motores y los sistemas de retirada en caso de avalancha, obligando a la instalación a parar su actividad. Retirar todo el conjunto de restos de las redes del alcantarillado interiores y municipales obstruidas y de las depuradoras supone un elevado gasto en costes extras de mano de obra para la limpieza de bombas, reposición de aquellas que quedan inoperativas y un incremento en la factura energética, así como de las molestias a los vecinos por los olores.

 

Desde Canaragua queremos hacer un llamamiento a la población recordando que la colaboración ciudadana es imprescindible para evitar estos problemas. Con el simple gesto de tirar las toallitas o cualquier otro residuo a la papelera, se mejoraría sensiblemente esta problemática y se aseguraría el correcto funcionamiento de las infraestructuras hidráulicas de los municipios, así como el de las instalaciones particulares de los vecinos que también sufren obstrucciones y averías por esta mala praxis. Debemos todos concienciarnos de que el retrete no es una papelera y haciendo buen uso del mismo se reducirían considerablemente las retenciones de las aguas residuales en las redes públicas, los malos olores y la expulsión de aguas fecales a la vía pública.

Enlace a la noticia – El Día