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El confinamiento por la crisis sanitaria ha reducido de forma temporal nuestra huella ecológica.

El pasado 22 de agosto, tuvo lugar el denominado ‘Earth Overshoot Day’ o Día de la Sobrecapacidad de la Tierra, momento en el que hemos consumido todos los recursos biológicos que el planeta puede renovar por sí mismo en un año natural. La fecha se retrasó más de 3 semanas respecto al 2019. Es una buena noticia para el planeta aunque el motivo haya sido éste. El confinamiento por la crisis sanitaria ha reducido de forma temporal nuestra huella ecológica.

La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Lo mismo ocurre con los recursos naturales del planeta como el agua, los alimentos o los combustibles. La Tierra los regenera, pero a un ritmo insuficiente para hacer frente a la frenética actividad del ser humano, que los consume en una carrera sin freno.

Este año, sin embargo, la paralización de servicios no esenciales debido al confinamiento global ha retrasado más de tres semanas una fecha simbólica. El Día de la Sobrecapacidad de la Tierra se celebró el pasado 22 de agosto, frente al 29 de julio de 2019. Tres semanas de respiro para un planeta exhausto y, junto al dolor por la crisis sanitaria, un mensaje para el optimismo: es posible vivir en un mundo más limpio si cambiamos nuestro modelo de producción y consumo por otro más respetuoso con nuestro entorno. Porque hoy, más que nunca, somos conscientes de que la salud de las personas está estrechamente relacionada con la salud del planeta.

La huella ecológica causada por la actividad humana se ha reducido, por la situación excepcional a la que ha obligado la pandemia, en un 9,3% en lo que va de año. La crisis del coronavirus nos ha dado tiempo para reflexionar sobre la importancia de la naturaleza y ha aumentado nuestra conciencia ecológica.

Confinamiento crisis sanitaria reduce huella ecológica.

El agua, vital para los ecosistemas

El agua, elemento indispensable para la vida, juega un papel vital en el equilibrio de los ecosistemas y en la lucha contra la emergencia climática. Canaragua dirige sus esfuerzos a preservar, optimizar y asegurar los recursos necesarios para los municipios, destinos turísticos e industrias canarias. Comprometidos con la reducción de la huella ecológica global y con la lucha contra el calentamiento global, Canaragua y nuestras empresas participadas Canaragua Medio Ambiente, Teidagua, Aguas de Telde, Aguas de Antigua y Canat cuentan con un plan estratégico de desarrollo sostenible –el Canaragua REwater Global Plan (2017-2021)- para cuidar el planeta y a las personas.

La compañía redujo de forma significativa las emisiones potenciales derivadas de su consumo eléctrico gracias a la compra de energía verde pues hemos sido el primer operador en Canarias que compra cien por cien energía verde. Además, producimos en nuestras instalaciones energía renovable (solar fotovoltaica) en algunas instalaciones como la estación desaladora de agua de mar de Salinetas en Telde.

La economía circular, el cuidado de la biodiversidad y la adaptación a las ciudades de modelos basados en la naturaleza forman parte también de nuestra acción cotidiana. Además, desde el grupo promovemos la naturalización de sus instalaciones, que supone un cambio progresivo en la transformación de instalaciones convencionales en infraestructuras verdes favoreciendo las funciones ecológicas del entorno. Para ello, la compañía realizó el año pasado diagnósticos de biodiversidad en nuestras infraestructuras ubicadas en espacios protegidos de las islas.

El planeta nos da una segunda oportunidad. Es nuestra responsabilidad no desaprovecharla, colaborando y uniendo fuerzas para lograr una reconstrucción verde y sostenible.